históricamente la mujer utilizó lugares secundarios” un factor que podría explicar el retraso que existe en materia de integración laboral de todos los géneros.
La dra. María Laura Altamiranda analizó en profundidad la problemática y explicó por qué es importante que la justicia actúe antes de que la víctima llegue a la tercera etapa del ciclo: la del arrepentimiento
El problema de la violencia de género fue el tema que nuevamente convocó a la jueza María Laura Altamiranda a JUSTICIA EN PRIMERA PERSONA, el ciclo televisivo en el que los funcionarios judiciales hablan fuera de sus escritorios. La magistrada que ejerce el cargo en el Tribunal Oral Criminal Nº 6 de Lomas de Zamora, y que integra la Asociación Argentina de Mujeres Jueces dialogó con el dr. Enrique Russo y el periodista Martín Granovsky sobre este flagelo social, que según las cifras, en 2015 se cobró la vida una mujer cada 37 horas.
Al analizar en profundidad la problemática, la jueza indicó que no sólo deben contarse las 237 mujeres que perdieron la vida el año pasado también debe hacerse foco en la cantidad de víctimas secundarias que surgen con cada macabro hecho: los hijos de la pareja. Destacó además que es necesario capacitar a los operadores de justicia en el tema de violencia de género para que se entienda el proceso que llevó a una mujer a acercarse a una dependencia policial para denunciar un hecho de violencia de género.
En la misma línea resaltó que en estos casos es “importante” que la justicia llegue rápidamente a una resolución una vez que se hizo la denuncia pues según detalló quienes padecen violencia de género atraviesan un ciclo en el que existe la posibilidad de que la víctima termine perdonando al atacante, se derrumbe la causa y la persona quede expuesta a un nuevo episodio de violencia.
CICLO DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO
Según estudios la situación de violencia que la mujer sufre por parte de su pareja en su relación, pasa por distintas fases de un ciclo con en el que se da respuesta al interrogante de por qué la mujer se vuelve cada vez más vulnerable y pierde paulatinamente su capacidad de autodefensa. Los celos, la preocupación excesiva, y la actitud controladora en aspectos como la forma de vestir, el trabajo, control de gastos, salidas y amistades e intentos de separación de su familia) así como la humillación constante suelen ser los primeros síntomas que de manera silenciosa van atacando la autoestima de la mujer.
Cuando el comportamiento agresivo del varón va aumentando en frecuencia en intensidad, y la mujer decide consultar o pedir ayuda, el problema pasa a la fase visible. Se describen tres fases en este ciclo: acumulación de tensión, explosión y reconciliación, denominada, más comúnmente, “luna de miel”. Este ciclo suele registrar un aumento de la violencia a medida que se repiten y reinician, lo que conlleva a un elevado y creciente peligro para la mujer, que comienza a pensar que no hay salida a esta situación. Estos sucesión de ciclos a lo largo de la vida del maltratador es lo que explica porqué muchas víctimas de malos tratos vuelven con el agresor, retirando, incluso, la denuncia que le había interpuesto.
PRIMERA FASE
Durante la fase de acumulación de la tensión, los actos o actitudes hostiles hacia la mujer se suceden, produciendo conflictos dentro de la pareja. El maltratador demuestra su violencia frecuentemente de manera verbal y la víctima accede a complacer a su pareja dejando de realizar aquello que le molesta.
SEGUNDA FASE
En la fase de agresión, el maltratador se muestra tal cual es y se producen de forma ya visible los malos tratos, tanto psicológicos, como físicos y/o sexuales. Ya en esta fase se producen estados de ansiedad y temor en la mujer que la llevan a pedir ayuda y a tomar la decisión de denunciar a su agresor.
TERCERA FASE
Finalmente en la fase de reconciliación, más conocida como “fase de luna de miel”, el maltratador suele pedir perdón por los malos tratos y hasta se humilla jurando que no volverá a repetirse. Con este acto el maltratador conseguirá hacer creer a su pareja que el episodio violento “no ha sido para tanto”, que “sólo ha sido una pelea de nada”.
LA INCLUSIÓN DE LAS MUJERES EN EL ÁMBITO JUDICIAL
En la entrevista que brindó, además de abordar la temática de la violencia de género, Altamiranda analizó el rol y la presencia de la mujer en el sistema judicial. Sobre este aspecto señaló que si bien los registros demográficos indican que en el mundo existen más mujeres que hombres estas estadísticas no se ven reflejada en el ámbito judicial en donde la cantidad de juezas es significativamente inferior si se compara con la participación masculina. Explicó que una de las causas que originan esta diferencia puede hallarse en la historia. Según analiza la letrada “históricamente la mujer utilizó lugares secundarios” un factor que podría explicar el retraso que existe en materia de integración laboral de todos los géneros.
Añadió además que otro de los aspectos que demuestran la baja inclusión histórica de la mujer en la justicia es el cargo que con frecuencia asumían las mujeres. Si bien en la actualidad esta realidad ha ido cambiando, Altamiranda precisó que antes la mayoría de puestos que ocupaba el género femenino estaban relacionados con juzgados de paz y de familia, mientras que el fuero penal casi siempre estaba integrado por hombres. Comentó que frente a esta realidad las funcionarias de la justicia han asumido un rol activo dentro del poder judicial para exigir que más mujeres se integren y ocupen más órganos de decisión. Como expresó la magistrada esta inclusión beneficia a la justicia pues “la perspectiva de género apunta a defender el concepto de persona”.